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En relación con la ley aprobada por la Asamblea Nacional francesa el pasado viernes, 26 de enero, Loro Parque manifiesta que lamentablemente la línea de esta nueva legislación, que por su naturaleza debe defender los principios fundamentales del bienestar animal, en realidad, tiene muy poco que ver con los mismos.

Es más, se trata de una decisión puramente política que no tiene en cuenta ni siquiera las opiniones de los técnicos del Ministerio francés. Así, en varias ocasiones por parte de algunos diputados se ha pedido a la ministra de Transición Ecológica hacer público el informe elaborado por los funcionarios de su Ministerio, que tenía como objetivo evaluar el estado de los cetáceos en los delfinarios franceses durante los últimos dos años. No obstante, la ministra se ha negado a presentarlo. ¿Por qué razón? Simplemente porque el informe confirmaba el bienestar animal óptimo y las perfectas condiciones en que se mantienen los cetáceos en las instituciones zoológicas de Francia.

Lo que nos resulta verdaderamente perturbador es el hecho de que los argumentos de la ministra, igual que la propuesta de ley, eran simplemente unos mitos falsos que carecen de cualquier base o rigor científico. La clara agenda antizoo también quedaba en evidencia por cómo se ignoraban todos los argumentos científicamente respaldados que fueron presentados por aquellos parlamentarios que objetaban la inclusión de los cetáceos dentro de dicha ley.

Asimismo, se ignoró el manifiesto de los cientos de científicos que firmaron la carta de la European Association for Aquatic Mammals (EAAM) en apoyo a las actividades de investigación en las instalaciones de mamíferos marinos:

Las declaraciones de la ministra se pueden desmentir en unos minutos solo con toda la argumentación concentrada en la Enciclopedia basada en cientos de publicaciones e informes científicos elaborados y disponibles al público desde hace años.

Para nosotros está más que claro que ni la ministra, ni ninguno de los promotores de esta ley, se han parado a pensar con detenimiento en el sufrimiento que van a causar ahora a todos los delfines que ahora van a tener que ser separados en grupos según su sexo y muy probablemente también sometidos a tratamientos contraceptivos que producen efectos secundarios que les afectarán durante toda su vida. Todo esto sin hablar de que los animales tendrán que estar divididos en grupos porque ningún zoológico podrá asumir la responsabilidad de cuidar de tanta cantidad de delfines por sí solo.

Cualquier persona que imagine que alguno de estos animales llegará a vivir en un santuario es un iluso. Tal y como en muchas ocasiones hemos declarado, los santuarios para mamíferos marinos no existen. Pueden tomar como ejemplo el caso del proyecto de un santuario para belugas en Islandia, donde a pocas semanas de ser soltadas a la bahía, se tuvo que mover a los animales de vuelta a sus instalaciones internas, muy reducidas en tamaño, bajo el pretexto de que así se podría cuidar mejor de ellos. ¡Tan bonito y perfecto el cuento de los santuarios, por lo tanto, no es!

Apelamos al sentido común de los verdaderos amantes y protectores de los animales y la naturaleza para pronunciarse en contra de este auténtico crimen hacia los cetáceos nacidos y mantenidos bajo cuidado humano en las instalaciones de los zoológicos y delfinarios modernos.