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En los últimos días hemos asistido a una secuencia de titulares triunfalistas en distintos medios de comunicación anunciando que Lolita (la orca del Miami Sea Aquarium) será liberada y volverá a las aguas del Océano Pacífico. Parece que algunas asociaciones quieren hacer pensar al público que un grupo de emocionadas orcas estarán esperando la llegada de Lolita al mar, y todas juntas nadarán felices mientras el sol se oculta tras la línea del horizonte. A lo largo de este escrito, se va a explicar por qué este traslado, más que una liberación, es un acto de irresponsabilidad enorme, que supondrá un deterioro notable en su calidad de vida y que, en el peor de los casos, la llevará a un desenlace fatal.

Desafortunadamente, la naturaleza no es una película donde un guionista inventa un final feliz a la medida de los deseos y anhelos de los espectadores. Y si alguien tiene alguna duda de que la naturaleza no es así, solo tiene que leer el libro de Marc A. Simmons “Killing Keiko”, en el que se relata con todo lujo de detalles la desastrosa liberación de la orca Keiko (la protagonista de Liberad a Willy) que acabó muriendo de neumonía en un fiordo noruego, después de convertirse en un juguete flotante para niños, que mendigaba pescado a los barcos de la zona. Una muerte terrible y perfectamente evitable si las autoridades hubiesen escuchado a los expertos y no a las proclamaciones infundadas de los activistas, que volvieron a demostrar sus nulos conocimientos sobre la salud de los cetáceos.

Desde luego, la realidad de retornar una orca al mar es muy diferente a la de los guiones de Hollywood.

Esta imagen irreal de la naturaleza proviene de la visión simplista e ingenua que tienen las organizaciones como Friends of Lolita, o el millonario dueño de un equipo de fútbol americano que aparentemente financiará los 20 millones necesarios para esa supuesta “reintroducción” que nunca sucederá. Desde luego, no tienen ni la más mínima experiencia de lo que significa cuidar de un animal, y mucho menos prepararlo para que vuelva a la naturaleza.

En la actualidad no existe el conocimiento científico para devolver una orca al mar y, en cualquier caso, para poder sobrevivir sería necesario que fuera aceptada por un grupo de orcas salvajes. Ellos quieren hacernos creer que eso será algo muy sencillo, pero lo cierto es que en el caso de Keiko lo único que recibió por parte de las orcas salvajes fueron comportamientos amenazantes. Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de animales sabe que es extraordinariamente complicado integrar a un individuo en un grupo social estable. Y, si es difícil con animales bajo cuidado humano, se antoja casi imposible con animales salvajes, en los que no podemos influir.

Es obvio que Lolita nunca podrá ser liberada y cuando eso resulte ya evidente para todo el mundo y no puedan engañar más a la opinión pública, entonces tratarán de convencernos de que lo mejor para ella será retirarse a un santuario marino.